Como cuidador de un animal de compañía, seguro que quieres lo mejor para su bienestar físico y emocional.
A veces desearíamos poder entender qué necesitan nuestros amigos de cuatro patas cuando se sienten mal o ansiosos, y ayudarlos de la forma más amable y efectiva posible. En este artículo exploraremos dos enfoques terapéuticos naturales —la zoofarmacognosis aplicada y la aromaterapia— que buscan mejorar la salud de los animales con aceites, hierbas y otros extractos naturales. Te explicaremos qué es cada uno, sus diferencias clave, y por qué permitir que tu peludo elija su propio remedio puede ser un camino más respetuoso y emocionalmente enriquecedor tanto para él como para ti.
¿Qué es la zoofarmacognosis aplicada?
La zoofarmacognosis aplicada es una práctica que parte de una idea sencilla pero poderosa: los animales saben instintivamente qué sustancias naturales les pueden ayudar a sanar. Durante una sesión, se les ofrece una variedad de aceites esenciales, hierbas, arcillas u otros remedios naturales, y son ellos quienes deciden cuáles oler, lamer o rechazar. Es decir, ellos guían el proceso de su propia sanación, sin imposiciones.
➡️ Puedes leer aquí el artículo completo sobre qué es la zoofarmacognosis aplicada.
¿Qué es la aromaterapia?
La aromaterapia es una técnica más conocida, basada en el uso de aceites esenciales para promover el bienestar físico y emocional. En animales, suele aplicarse a través de difusores, sprays o masajes, con la intención de relajar, calmar o aliviar ciertas dolencias. Aunque puede ser muy beneficiosa, normalmente es el humano quien escoge los aceites según sus propiedades, sin que el animal participe activamente en la elección.
Diferencias clave entre zoofarmacognosis aplicada y aromaterapia
Ambas técnicas utilizan extractos naturales y pueden parecer similares a simple vista (de hecho, la zoofarmacognosis incluye el uso de aceites esenciales entre otros remedios). Sin embargo, existen diferencias fundamentales en el enfoque y en el rol que juega el animal en cada caso. A continuación, resumimos las diferencias clave de forma clara:
Quién elige el remedio
En zoofarmacognosis aplicada, es el animal quien elige la planta, aceite o extracto que desea; el proceso es autodirigido por sus propias preferencias instintivas. En la aromaterapia convencional, es el cuidador o profesional quien selecciona el aceite esencial en base a sus propiedades conocidas o al efecto deseado (por ejemplo, elegir aceite de lavanda para calmar la ansiedad). Esto significa que, en zoofarmacognosis, el animal actúa como agente activo, mientras que en aromaterapia es más bien un receptor pasivo del remedio decidido por otra persona.
Forma de aplicación y control
En zoofarmacognosis, el animal no es forzado a ingerir ni a oler nada en contra de su voluntad. Se le presentan las opciones una a una y él decide cuánto interactuar con cada sustancia – puede inhalarla brevemente, lamerla o ignorarla por completo, marcando sus propios límites.
En aromaterapia, el método suele implicar una aplicación ambiental o tópica dirigida por el humano (mediante difusores, sprays o masajes). El control inicial lo tiene el cuidador. Aunque un buen profesional observará al animal y ajustará si hay señales de rechazo, la elección no parte del peludo.
Rol del animal en el proceso
La zoofarmacognosis considera al animal protagonista de su propia sanación. Hay un diálogo silencioso: el cuidador “pregunta” ofreciendo una sustancia, y el animal “responde” acercándose o apartándose.
En la aromaterapia tradicional, el animal suele ser tratado como un paciente que recibe un tratamiento determinado. Aunque se puede observar su reacción y retirarle el estímulo si no lo tolera, no se le da el mismo grado de autonomía que en zoofarmacognosis.
Alcance terapéutico y filosofía
Ambos enfoques buscan mejorar el bienestar físico-emocional, pero la zoofarmacognosis es más holística y personalizada. Como el animal escoge, a veces elige remedios que sorprenden. Un peludo con ansiedad puede no querer lavanda, sino manzanilla romana o valeriana.
En aromaterapia, se tiende a aplicar una fórmula conocida para el problema (como “lavanda para ansiedad”).
La filosofía de la zoofarmacognosis es: “el animal sabe mejor que nadie lo que le pasa y qué necesita”. En aromaterapia, la base es: “los aceites tienen propiedades que podemos usar en el animal”.
Ambas pueden complementarse, pero una parte del individuo, y otra del producto.
Respeto a las preferencias y bienestar emocional
En zoofarmacognosis, el respeto por la voluntad del animal es total: si no quiere algo, no se le insiste; si algo le gusta mucho, se le permite seguir hasta que se sienta satisfecho. Esto le da una sensación de seguridad y control durante la terapia.
En aromaterapia, si no se tiene cuidado, podríamos exponer al animal a un aroma que le resulte desagradable o abrumador. Por eso, es fundamental usarla con observación, empatía y posibilidad de elección o retirada.
En resumen
La gran diferencia entre ambas prácticas está en el enfoque:
- Zoofarmacognosis: centrada en el animal. Él elige, él guía, él marca el ritmo.
- Aromaterapia: centrada en el remedio. Nosotros decidimos qué aplicar, con más o menos margen de reacción por su parte.
Por eso, la zoofarmacognosis es más participativa, personalizada y emocionalmente respetuosa. No se trata solo de aplicar algo natural, sino de dar voz al animal en su propio proceso de bienestar.